9.1.06


--- No me obligue a tomar medidas más drásticas --- Había dicho la mula.
Y yo me vi obligado a salir con las manos en alto, sintiéndome al mismo tiempo ridículo y frustrado.
Es curioso, nadie puede verse a si mismo desde afuera, pero sucede que a veces en medio de una situación inesperada una pequeña porción del cerebro intercepta una muestra fotográfica imaginaria de algún gesto o alguna mueca, y eso fue exactamente lo que me pasó cuando me asomé a la realidad.
Supongo que la sorpresa fue tan intensa que mi mandíbula quedó colgando floja y mis ojos se desorbitaron como los de una neurocaricatura de intra T.V.
Las mulas habían tomado el control, pero eso no era todo, increíblemente las muy malditas estaban caminando en dos patas como si fueran verdaderos soldados y habían reducido a mis hombres a un tembloroso círculo, encañonándolos y amenazándolos con sus propios fusiles fotográficos.
Parpadeé dos o tres veces y reprimí el impulso de refregarme los ojos. La mula que me había lanzado el ultimátum era la misma con la que yo había discutido antes, y ahora me apuntaba con una sonrisa de oreja a oreja.
--- Parece que se han invertido los roles, Sargento. Le voy a pedir que arroje su arma y evite consecuencias desagradables --- Sin salir de mi asombro, arrojé mi arma como se me había indicado y fui conducido hasta el grupo de prisioneros.
---¿Cómo es que ha sucedido esto? --- Balbuceé con lentitud. El Cabo Sadosky me vio venir y me dirigió una mirada que parecía decir “Se lo advertí, imbécil”.
---¿Para quién trabaja usted? --- Le pregunté a la mula ---¿Acaso no sabe que un acto de insubordinación de tal calibre no puede quedar impune?---
Aparentemente mi acusación no le cayó en gracia a mi captora, que sin demorarse me golpeó con la culata del fusil entre los omóplatos.
--- De ahora en adelante soy yo quien hace las preguntas, Sargento. Cuando se dirija a mi me llamará por mi rango y nombre, que es RZ-TRBZRGLZR. Señor RZ-TRBZRGLZR, entendido?
--- Entendido....
Un golpe aún más fuerte que al anterior me hizo caer de rodillas.
--- Creo que no me ha comprendido bien. Entendido Qué? ---
--- Entendido, Señor...
Otro golpe.
--- Entendido Señor Qué? ---
La mula parecía encontrarse en el mejor de los mundos, disfrutando de la más dulce de las venganzas. Para evitar el castigo tomé aire y lo intenté de nuevo.
--- Entendido, Señor GRRRAZTERRZ...
Otro golpe, esta vez en las costillas, duro como una bola de aerobowling.
--- ¿Cómo ha dicho, Sargento? ---
--- ¡ENTENDIDO SEÑOR GRROARZZRR! ---
El mazazo fue directo a mi nuca, preciso y demoledor.
Algo en el interior de mi cabeza sonó como un grillo aplastado. Como había temido desde un principio, la maquinaria Neurón 27 emitió el chasquido fatídico que anunciaba un cambio de clima emocional inminente.
--- Deje ya de golpearme --- Protesté, mientras sentía como empezaba a aflorar en mi mente un carácter totalmente nuevo --- Darse cuenta debería, de que su nombre imposible de pronunciar es...
Me mordí los labios. Aquello último me había sonado muy raro. No tenía idea de porqué había invertido el orden de la oración. La maquinaria Neurón 27 era una caja de sorpresas y sabía por experiencia que los resultados podían ser catastróficos. La situación era ya de por sí complicada, no obstante, una oleada de paz desconocida me invadió. Comencé a sentirme maravillosamente, como una especie de monje galáctico, un chamán de las estrellas entrenado en el arte del aplomo y la sabiduría. Todo mi cuerpo verde parecía estar esperando una señal para empezar a ... ¿verde?¿había dicho verde?¿Que demonios me pasaba? Mi confusión se acrecentó con cinematográficas batallas espaciales en donde los protagonistas portaban unos sables láser de colores y se decían cosas absurdas los unos a los otros.
--- Que la fuerza te acompañe, mula ---
--- Cállese ---
La mula me empujó hacia el grupo de soldados y caí directamente en brazos del Capitán Felipe. Por suerte, todos mis hombres estaban sanos y salvos aunque ninguno de ellos parecía entender el proceder de los androides. A todos nos parecía más bien una broma.
El Capitán Felipe me miró a los ojos y me preguntó si me sentía bien. Le respondí que si, que me sentía perfectamente, que gracias por preocuparse.
--- Sargento Melchor --- prosiguió el Capitán --- Entiendo que ésta es una situación de fuerza mayor y que en éstos casos las decisiones me corresponden exclusivamente mi. Los dos sabemos que mi rango es más alto que el suyo. No obstante estoy cagado en las patas, y esa es una particularidad que prefiero aceptar ahora a tener que afrontar las consecuencias más tarde... Vea Sargento, iré directo al grano, por el bien de todos pienso que usted debería hacerse cargo. Usted suele improvisar mejor que yo ante momentos de peligro y por otro lado no es la primera vez que conduce al batallón. Los hombres lo respetan y confían en usted-- El Capitán Felipe se arrancó las tiras de acero-cromo de los hombros y la dorada insignia estelar del pecho y me las puso en las manos --- Buena suerte Sargento, desde ahora está usted al mando. No nos falle --- Me hizo una venia y sin decir más se escabulló rápidamente detrás de Gómez y Sadosky.
Una parte de mi cerebro quería protestar por al cobarde actuación del Capitán Felipe, pero la maquinaria Neurón 27 ya me había convertido en un Gandhi nivel 4 incapaz de enojarse con ningún ser viviente porque al parecer todos ( y cuando digo todos me refiero también al Cabo Sadosky ) formábamos parte de un complicado entretejido orgánico de interactuaciones cuyos resultados escapaban al juicio moral de un solo individuo. Significaba esto que si bien la actitud del Capitán Felipe había sido pésima, no era yo quien debía reprochárselo sino que era el destino mismo de sus actos el que lo llevaría a enfrentarse a similares encrucijadas Ad Infinitum.
En otras palabras, era muy probable que el Capitán Felipe sufriera una muerte horrible en el futuro por haber sido un caprichoso infeliz, un enclenque cobarde y un egoísta de mierda. Decidiendo ocuparme de lo más importante me dirigí a mis hombres para infundirles ánimo. Abrí la boca, y dije lo siguiente:
--- Hermanos míos, difíciles los días que atravesamos son, pero si la fuerza en nuestros corazones conservamos, seguros pueden estar de que el lado oscuro vencernos no podrá ---
Mis hombres me miraron con cara de no haber entendido una sola palabra. Yo mismo no estaba seguro de lo que había dicho, así que para disipar las dudas agregué con voz perentoria:
--- Acaso entenderlo no pueden?. Tal el legado del caballero Jedi es ---
Ahora si. Sentía que mis palabras fluían por el sendero de la verdad. Así debía ser y así sería. Inspirado por mi propia convicción, proseguí con mi diatriba:
--- Escúchenme --- Dije, y noté que mis párpados subían y bajaban lentamente. --- Cierto es que verde y arrugado soy, y tal vez crédito a mis palabras no den, pero la fuerza conmigo está porque el último maestro Jedi soy ---
--- ¿Que carajo es un Jedi, Sargento? --- Preguntó el soldado J. C, movido seguramente por ese rencor de fanático religioso que adquiría cierta clase de hombres después de mucho tiempo en el frente de batalla.
--- Silencio! --- Ordenó una de las mulas. --- Están haciendo demasiado alboroto y van a perturbar el humor del Gran RZ-TRBZRGLZR , y créanme chicos, ninguno de ustedes quiere que eso pase ---
El Cabo Sadosky me dirigió una de sus clásicas miradas de advertencia y luego señaló con la cabeza hacia el sitio en donde el resto de las mulas conferenciaban acaloradamente.
La gran mula RC-TRBVR... (olvídenlo). La gran mula impronunciable estaba en medio de un círculo cerrado y escuchaba en grave silencio las razones de lo que parecía ser su grupo directo de oficiales.
--- Hay que deshacernos de ellos, Gran RZ-TRBZRGLZR, decía una mula de color café y orejas cortas, su voz sonaba cómicamente aguda, como si el vocalizador laríngeo Flema-Espinoza se le hubiese descompuesto.
--- RT-ZTYRZX tiene razón, Gran RZ-TRBZRGLZR --- Secundó otra mula de pelaje crespo y oscuro. --- Éstos tipos han sido una carga desde que salimos de Puerto Embutido --- La mula guardó un pequeño silencio contemplativo, y luego emitió una risita. --- Literalmente hablando, han sido una carga, pero además de eso salta a la vista el nivel de incompetencia con que se han manejado hasta ahora. No solamente son seres estúpidos sino que además son peligrosos, Gran RZ-TRBZRGLZR, ha quedado demostrado que no se puede confiar en ellos bajo condiciones extremas ---
La mula de las orejas cortas volvió a la carga con su voz de clarinete --- Estoy de acuerdo, Camarada, además está el problema del sujeto ese; el Sargento Melchor. ¿Se han fijado en él?. Todavía no sé si está completamente chiflado o si es el inadaptado más grande del universo. Lo que sí está claro es que es muy peligroso, observen sino lo que le ha hecho a la pobre PAL-N/NTSC. Mi opinión es que debemos deshacernos de él cuanto antes ---
La Gran mula impronunciable se adelantó y los miró a todos con aire de maliciosa sabiduría.
--- Muy bien. Propongo una votación, Camaradas. ¿ Que sugieren ustedes? ¿Están todas de acuerdo con RT-ZTYRZX? ---
---¡Si! ¡Saquémonos de encima al Sargento! ¡Ejecutémoslo de una vez por todas! --- Exclamaron las demás al unísono y sus expresiones adoptaron el mismo brillo malévolo de los villanos asesinos del lejano-lejano Oeste.
--- ¡Excelente! --- Exclamó la Gran mula impronunciable, sus pezuñas comenzaron a cargar el fusil con las balas especiales de Plutonio --- Entonces ya está decidido. En este caso y por el poder que me confiere el ejército independiente Mula-Militar, ordeno la ejecución inmediata del Sargento Melchor Varicocele. ¡Que traigan al prisionero! ---

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